Si pensábamos que las dudas y los miedos sobre la denominada morosidad oculta ya se habían acabado, lo cierto es que estábamos poco conectados con la realidad en ese caso, ya que, efectivamente, los bancos centrales siguen manteniendo una postura de alerta ante la morosidad oculta; de hecho en la actualidad se desconfía del balance de varias entidades financieras.
Este mensaje, conocido pero es cierto no muy explicitado, nos llegó hace unas semanas de la mano de un organismo que habitualmente no se prodiga en declaraciones como es el Banco de Pagos Internacionales, que desde su posición de organismo coordinador internacional de los bancos centrales, avisó de manera realmente explícita sobre la morosidad se oculten las pérdidas no declaradas.
En aquel aviso, en el que muchos hemos leído un mensaje implícitamente dirigido a varias entidades financieras aún no identificadas de manera pública, se advertía que a juicio del organismo emisor está morosidad oculta es en buena parte la culpable del freno a la recuperación crediticia y sobre todo de la reticencia a destinar recursos a este fin, recursos que desafortunadamente se han tenido que prodigar en el sostenimiento de créditos problemáticos.
El mensaje del BIS fue realmente contundente, mostrando las dudas sobre la calidad de los balances de determinados bancos en su informe anual, donde además se explicita que la capacidad de capital para la absorción de pérdidas futuras se está viendo socavada por las pérdidas no reconocidas de activos heredados… no es una lectura difícil de entender.
Y todo esto se produce en un contexto en el que las entidades europeas vieron duplicarse los créditos morosos desde el año 2009, lo que en la práctica ha supuesto 800,000 millones de euros en morosidad y, tras la publicación del informe de la Autoridad Bancaria Europea del mes de Junio en el que, nos encontrábamos un dato preocupante; el 39% de los activos totales del sector presenta una ROE ( tasa de rentabilidad sobre recurso propio) inferior al 4% a la conclusión del ejercicio 2013. Esta tasa es menor de la que el mercado considera óptima para la captación de capital.