Desafortunadamente la historia da para muchos escándalos contables y también para muchos dramas financieros. En no pocas ocasiones ambas cosas se cruzan y generan un impacto que dura en el tiempo. Nos vamos a detener hoy, precisamente, en cuatro escándalos contables históricos que se cuentan entre los más dramáticos.
Y es que en los últimos tiempos nos hemos acostumbrado tristemente en exceso a la corrupción financiera y los escándalos derivados, no tenemos más que echar un vistazo a lo que en nuestro país ha ocurrido alrededor de determinadas entidades financieras o a las conexiones entre corrupción, política y finanzas.
El escandalo Olympus
Probablemente uno de los escándalos contables más famosos de la historia. El descubrimiento de un fraude contable en la firma japonesa Olympus se convirtió en un auténtico terremoto Nacional. Parte del peso de este escándalo tuvo que ver con no sólo las pérdidas de la firma sino la gestión de las mismas, al ser transferidas a otra sociedad de cartera. Al destaparse el escándalo comenzaron a saltar en cadena las malas prácticas contables incluyendo operaciones millonarias desconocidas por los propios accionistas.
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El impacto de este escándalo fue mayúsculo; la valoración en el mercado de la empresa se desplomó 80%, la es junta directiva se dividió en dos grandes grupos, los que se marcharon y los que fueron detenidos, una parte importante del personal abandonó la empresa, y, para rematar la cuestión, siempre ha planeado la sombra de los sindicatos del crimen japonés alrededor de este ejercicio de contabilidad creativa ta famoso hoy en día y que a la postre motivó medidas duras contra esta creatividad contable que hasta el momento no había estado controlada.
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Se trata de otro de los escándalos contables más famosos de la historia, de mayor volumen, y además, con un tufillo a película mafiosa derivado de los cruces de denuncias, acusaciones y chivatazos que entre los principales responsables y acusados de la situación se produjo.
La situación estalla cuando una auditoría interna descubre gastos deliberadamente mal etiquetados y cuentas de ingreso utilizadas de manera fraudulenta para enmascarar las pérdidas. Tras un proceso rápido en el que se despide a una porción del personal responsable de las finanzas, la investigación profundiza hasta tal punto que hoy en día se llega a calificar al CEO de la firma como uno de los más corruptos de la historia, no en vano tuvo que asumir al final una sentencia de cárcel superior a los 25 años.
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Incluso hoy en día resulta complicado determinar no sólo el impacto económico de lo ocurrido si no el entramado generado para defraudar a los accionistas con unas cuentas falseadas, lo que sí es seguro es que las pérdidas acumuladas por los accionistas superaron los 100,000 millones de dólares.
Carterpillar y Siwei
En este caso nos encontramos ante una situación un tanto diferente a las anteriores. Si bien es cierto que al final el asunto llegó a los tribunales, el impacto sobre el posible defraudado no fue tal vez tan evidente como en los dos casos anteriores, aunque, lo interesante de este, reside en el intento de colocar una compañía que prácticamente no vale nada a precio de oro.
En el año 2012 Carterpillar decide adquirir a una empresa china en cuyo conglomerado se incluye una filial minera carbonera Siwei como un activo básico dentro de la operación. La empresa negociaba a partir de una especie de fusión inversa con su matriz (ERA) registrada en Hong Kong, alejada por tanto de la regulación y el control contable. Sobre el papel y a todos los efectos resultaba una compañía cotizando en bolsa y con todas las condiciones auditoras cumplidas, excepto por un detalle, no era cierto.
Tras un proceso de investigación se declaró a Siwei culpable de asignación inadecuada de coste, así como de manipulación de ingresos e inventarios para exagerar beneficios y aumentar al máximo el precio de adquisición. Al final esta adquisición se llevó a cabo fuera de los tribunales por un acuerdo inferior al 10% de la operación inicial.
El escandalo Enrom
Probablemente estamos ante el mayor ejemplo histórico de lo que se ha venido a denominar, no sin ironía por supuesto, como contabilidad creativa. En este caso además está contabilidad creativa proviene de una mezcla explosiva; un exceso de egos, la costumbre de la mentira como bandera en las informaciones y unas auditorías pésimas.
En cualquier caso, también podemos considerar a este escándalo como el paradigma de la avaricia de los mercados de valores y los inversores. Estos creyeron en una empresa que en tan sólo ocho años crecía más de un 300% a base de las adquisiciones o derivaciones más estrambóticas, no fallaba ni un solo negocio, no fallaba ni una sola adquisición, todas proporcionaban beneficios exuberantes.
El mercado de valores creyó esta información cuando incluso era demasiado evidente que no era real como aquel 87% del año 2000 en una empresa de miles de millones de dólares. Aquella estrategia de diversificación optimista y creativa concluyó en un fracaso espectacular, esperable, pero que en lugar de afrontar infló aún más los informes irreales hasta el punto de gestionar una empresa quebrada por dentro pero supuestamente en crecimientos inalcanzables para la gran mayoría de corporaciones.
Lo siguiente ya es historia, la caída de las acciones desde los $90 hasta menos de un dólar, las demandas por decenas de miles de millones por parte de los accionistas, la bancarrota y el posterior desfile en dirección a la cárcel de buena parte de los ejecutivos.
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