Mientras la publicidad invade la pantalla de la televisión, y a través de la Web la banca intenta captar nuevos clientes, la mayoría de las personas que tiene contratado un producto financiero en una entidad, se encuentra muy poco satisfecho con sus actuales condiciones.
Un estudio de de la Organización de Consumidores y Usuarios (OCU) no hace más que ratificar estas palabras, dos de cada tres españoles no confía en los consejos de su banco o caja de ahorros.
Esta crisis sin precedentes ha llevado a los usuarios del sistema financiero a modificar su perfil de inversor, aunque todavía sigue cometiendo los mismos errores de siempre, pero ahora poco a poco comienza a dudar de «su banco amigo».
El estudio concluye que «el inversor español es más pobre, más conservador y se fía menos de su banco que antes del comienzo de la crisis».
¿Cuáles han sido las razones para que los clientes duden de las entidades? La crisis financiera, los casos de fraudes y la explosión de la burbuja inmobiliaria han resquebrajado la confianza de los inversores en el sector financiero, asegura la OCU.
Sin embargo, parece que la banca escucha muy poco a su clientela y sigue abusando. En medio de la bajada del Euribor, se aprovechó de la cláusula de suelo hipotecario y perjudicó a los usuarios que habían contratado hipotecas a tipo variable.
A medida que la guerra del pasivo se aceleró, los tipos de interés llegaron al 5% TAE en muchas ofertas, pero la estrategia siguió profundizandose en desmedro de sus clientes, ya que la mayoría comenzó a exigir una fuerte vinculación para conseguir buenas condiciones financieras.
Lo mismo ha sucedido con los regalos por domiciliar la nómina, nos ofrecen irresistibles artículos por llevar nuestros ingresos, pero la letra pequeña obliga a contratar tarjetas, pagar los gastos de envío, etc.
Vale recordar que la OCU hace tres años registró que la mitad de los inversores (48%) confiaba en los consejos de su banco o caja, ahora solo lo hace un tercio (36%), sin embargo, los consejos recibidos en la entidad siguen siendo el motor del inversor medio.
El principal problema que encuentran los usuarios es que no consiguen información «solvente y fiable», se quedan con lo que les vende el banco, y siempre les «pintan» el mejor de los cuadros, aunque más tarde, se dan cuenta que lo que contrataron no era tan bueno como les habían dicho.
Lo cierto es que si bien existen canales de información donde buscar buscar asesoramiento, la crisis económica y financiera, el estallido de la burbuja inmobiliaria y el aumento del paro han dejado una secuela muy profunda, se ha reducido el número de ahorradores (uno de cada cinco españoles no ahorra nada).
Quienes hoy escogen productos financieros siguen apostando por un perfil de riesgo bajo (cerca el 60%), según OCU, llama la atención que un 20% de los inversores hace su elección en función de las ventajas fiscales.
¿Cuáles son los preferidos? Una vez más, los depósitos siguen siendo el producto de inversión estrella y han ganado popularidad entre los inversores más pudientes, que afirman destinar cerca de una cuarta parte de sus inversiones en estos productos.
Por su parte, los inversores con menor capacidad de ahorro prefieren las cuentas corrientes (36%) a los depósitos (14%).
En cuanto a las alternativas en bolsa, la mitad de los inversores piensa que no es una interesante elección (uno de cada diez afirma que es con las acciones como se consigue una buena rentabilidad).
Frente a la amplia oferta que tiene el sistema financiero para cada perfil de inversor, existen miles de clientes dispuestos a contratar productos. Las propuestas son diversas con menor riesgo en muchos casos y otros con demasiada exposición, pero muy rentables. Estas son realidades.
Sin embargo, y a pesar que los banqueros siguen insistiendo con la solvencia de la banca española, el mayor déficit no es en las cuentas de cada entidad, sino en la mala atención a sus clientes, en el asesoramiento poco transparente, pero por sobre todo en la pésima concepción que pueden ganar a costa del cliente y no junto al cliente.