Los bancos, al menos de momento, cada vez tienen menos interés en captar el ahorro no vinculado. Esto se traduce, por ejemplo, en qué cada vez tienen menos interés de los depósitos. Es más, los escenarios de penalización al ahorro ya empiezan a estar a la orden del día.
No hace muchas semanas asistíamos, con cierto asombro, a las políticas agresivas de alguna entidad financiera danesa que, no sólo se disponía a cobrar por depósitos, es decir, a tipo de interés negativo, sino que venía a decir a los usuarios que mejor se llevará su dinero a otro lado. Esto, muy contestado por las autoridades financieras danesas, pero, por otro lado, aún sin resolver, es una muestra más de un panorama complicado, que tampoco es muy fácil de explicar.
Al banco no le interesa tu ahorro
La imagen tradicional de la banca es la de un entorno seguro para tu dinero, donde, por la custodia del mismo y las operaciones que puede llevar a cabo, se te ofrece algún tipo de beneficio. En el peor de los casos, este beneficio será guardar tu dinero sin cobrar por hacerlo. En el mejor de los casos es obtener una rentabilidad por el dinero depositado, bien a través de productos como los depósitos bancarios o las cuentas de ahorro.
Pero, el dinero no se queda inmovilizado. Las entidades financieras utilizan buena parte de los capitales depositados en ahorro para movilizar los del mercado a través de los préstamos, esto genera flujos de dinero, y a la entidad financiera el beneficio de los intereses por préstamo. Es una explicación simple, pero que nos permite entender lo que está ocurriendo
Y lo que está ocurriendo es que, con un escenario de tipos de interés tan bajos, prácticamente en el 0%, los bancos no obtienen la rentabilidad suficiente (según el modelo tradicional de banca). Es decir, el escenario financiero en el que nos ofrecían una rentabilidad baja por depositar dinero para, posteriormente, prestar ese dinero a un interés que les proporcionará beneficio, se ha reducido de manera drástica.
En términos económicos estaríamos ante un escenario, aunque aún no declarado, de crisis de liquidez inversa. En una crisis de liquidez inversa, al contrario de en una crisis económica tradicional, el dinero deja de ser un valor apreciado, el ahorro es tan elevado y la liquidez tan alta que no hay un entorno para el flujo. Algo que, en buena medida, junto a la situación de los tipos de interés tiene que ver con el ahorro de miedo motivado por la pandemia. Un ahorro que ha inmovilizado mucho dinero de las familias.
¿Cambiará la situación?
No está nada claro. No hay nada más que leer a los analistas financieros especializados en asuntos monetarios para darse cuenta que las opiniones encontradas reflejan un panorama complejo, en el que nada está realmente claro.
Las grandes autoridades financieras, como por ejemplo el BCE en Europa, se encuentran de hecho preocupadas por una situación inédita, por un lado, esta crisis de liquidez inversa, y por otro lado la posibilidad de que una salida en L de la pandemia genere un escenario de aumento de precios que a su vez derive en un proceso de inflación, lo cual sería un escenario aún más complejo.
En este contexto, encontramos analistas que incluso afirman que estamos ante el principio del fin del sistema monetario tal y como lo conocemos, algo a lo que ha contribuido también la presencia cada vez más importante de las criptomonedas. En el otro extremo, encontramos también quién afirma que el sistema volverá a apreciar el depósito del ahorrador en cuanto los préstamos vuelvan a fluir y que, por tanto, el efecto de la reactivación de la economía, aunque sea en forma de estallido, será beneficioso. Como todo, deberemos esperar al menos hasta 2023 para comprobar si estamos ante una tendencia que ha venido para quedarse o ante un proceso estacional.