Existe una idea bastante extendida en la que se mantiene que el ahorro es la base para el futuro financiero de la persona. Y si esto es cierto en buena medida, por sí solo no es en absoluto o garantía de éxito en el objetivo de alcanzar la libertad financiera.
Y es que, el ahorro inversión son importantes, bien a través de los productos que nos ofrezcan los bancos, bien a través de otras herramientas de inversión y ahorro, de las que cada vez existen más en el mercado. Pero, no menos importante, puede ser tratar de evitar el endeudamiento, y, acudir a herramientas como la amortización anticipada. Y es que, los intereses bancarios, que puede ser un buen aliado en la inversión, también puede ser un gran enemigo.
Plantearse la planificación financiera a medio y largo plazo siempre es una buena. Existen un gran número de instrumentos y herramientas que podemos utilizar para ello. Pero, manejar el endeudamiento y los intereses que genera es sin duda una necesidad.
El endeudamiento
Es el peor enemigo de las finanzas personales. No se trata de ese endeudamiento positivo razonable que en determinados momentos de la vida puede incluso beneficiar al conjunto de nuestra economía, por ejemplo adquirir una vivienda. En este caso hablamos de endeudamiento negativo para nuestras finanzas, que, se corresponde con aquellas deudas que se podrían haber evitado o aquellas que nos suponen un coste elevado que modifica nuestra economía personal de manera sustancial. Es decir, influye en nuestra calidad de vida y poder adquisitivo.
Existen muchos escenarios en los que podemos encontrar este endeudamiento negativo, pero, son muy frecuentes los dos siguientes: las tarjetas de crédito y los créditos rápidos.
Tarjetas de crédito
Usar de manera incorrecta las tarjetas de crédito es uno de los errores más comunes en las finanzas personales. Y también, uno de los elementos de endeudamiento más habituales.
Hay que pensar que una tarjeta de crédito puede ser una herramienta muy útil bien utilizada. Sin embargo, el mal uso de estos productos financieros puede acarrear deudas muy elevadas. Por ejemplo, es relativamente frecuente el uso de las tarjetas de crédito para la disposición de dinero en metálico cuando no se llega a fin de mes o cuando se debe hacer frente a un imprevisto. Esto tiene dos consecuencias; en primer lugar un coste de intereses muy elevados, pero, en segundo lugar, puede llegar a generar el efecto bola de nieve en el cual tenemos que volver a financiar la deuda otra vez con el propio uso de la tarjeta. Esto significa entrar en una economía crédito que al final supone un gasto en intereses anual tremendamente elevado.
De algún modo buscamos cubrir un gasto habiendo otro, y se entra en esa espiral en la cual todos los meses debemos utilizar el crédito para amortizar los créditos anteriores. Simplemente echando un vistazo a las tasas de intereses por disposición en metálico de tu tarjeta, nuestros gastos, podrás entender lo erróneo de este tipo de actitud.
Con una variable añadida muy peligrosa, y es que, no abonar el plazo las tarjetas supone un sobrecoste tremendamente elevado. Con lo cual, el camino del sobreendeudamiento es realmente fácil con este tipo de comportamiento.
Créditos rápidos
Del mismo modo que ocurre con las tarjetas de crédito, los créditos rápidos pueden ser buenas herramientas para solucionar problemas inmediatos. Pero, si la solución a un problema inmediato se transforma en un problema más grave a medio y largo plazo, tal vez la solución no haya sido buena.
Tenemos la imagen de que los créditos rápidos son caros, y es verdad, lo son, pero realmente el problema de los créditos rápidos no reside exclusivamente en sí son caros o baratos. El verdadero problema reside en los impagos. Los créditos rápidos, cuando no se atienden de manera puntual, pueden llegar a generar una espiral de morosidad que multiplica por mucho el coste inicial del préstamo (que ya era caro).
Se trata de un tipo de herramienta que, aunque muy utilizada, debería usarse siempre con el convencimiento absoluto de que la devolución de los plazos será efectiva y que no supone un problema grave para nuestra economía, es decir, que podemos devolverlo el plazo.