Resulta frecuente que dentro de la oferta de productos bancarios tendamos a confundir términos relativos a la finalidad de los productos. Por ello, cuando hablamos de productos bancarios de ahorro fundamentalmente nos referimos a tres modelos muy concretos de ahorro.
Y es que no debemos caer en la trampa de modificar a nuestro criterio y según nos convenga las denominaciones de los productos que podemos contratar en los bancos. Hoy en día todo se entremezcla, y donde antes decíamos inversión es frecuente que se diga ahorro, y viceversa. Realmente, si nos atenemos al concepto más elemental del ahorro en el que guardamos el dinero para protegerlo y exponerlo lo mínimo posible al riesgo, no hay tantos productos de ahorro para contratar.
Obviando otras opciones que se pueden contratar a través de las entidades financieras, vamos a centrarnos en los tres modelos de ahorro garantizado por antonomasia dentro de la oferta bancaria. Se trata de productos muy habituales y por tanto muy importantes para las finanzas personales del cliente en medio de la banca.
Cuentas con rentabilidad
Se trata de cuentas bancarias en las que se nos propone una remuneración por los saldos presentes en la cuenta. Es un producto bancario con una gran liquidez ya que nuestro dinero se encuentra disponible en cualquier momento casi de manera inmediata y sin penalización.
En los años de rentabilidades altas en productos garantizados no era difícil encontrar este tipo de cuentas con propuestas superiores al 4% de rentabilidad. En la actualidad y con los tipos de interés rondando el 0% lo cierto es que la rentabilidad ha bajado de manera escandalosa, en muchos casos para no alcanzar siquiera el 0,10%.
Aunque existen otras variables y posibilidades distinguimos dos grandes grupos dentro de las cuentas remuneradas:
Cuentas nómina o cuentas a la vista con remuneración
Son las menos, prácticamente han desaparecido del mercado aunque podemos seguir encontrando algunas. Estas cuentas nos proporcionan una remuneración baja pero no pierden muchas de las características de la cooperativa corriente de una cuenta.
En el caso de las cuentas nómina con remuneración, prácticamente inexistentes en la actualidad salvo alguna oferta realmente destacable, esta remuneración suele alcanzar a una cantidad determinada de dinero o a un período de tiempo determinado, aunque incluso es más frecuente que se combinen ambas cuestiones. Es decir, no se tratara de una cuenta que remunere desde el primer hasta el último euro sin límite de tiempo ni mucho menos.
La parte positiva de este tipo de cuentas es la posibilidad de liberar otro tipo de servicios además del ahorro, por ejemplo domiciliación es, pagos, tarjetas, etcétera.
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Cuentas de ahorro
Se trata de un producto diferente aunque con la misma raíz, es decir, una cuenta bancaria. En este caso se nos propone una rentabilidad, generalmente sobre todo el saldo y sin importes límite o con límites elevados. Es la cuenta con rentabilidad más común en la actualidad.
El funcionamiento es muy simple, tras su contratación podemos realizar las aportaciones que deseemos y la cuenta irá produciendo rentabilidad según el contrato que hayamos firmado con liquidaciones pactadas, que pueden ser mensuales, trimestrales o incluso semestrales. Esta cuenta sigue manteniendo la liquidez casi inmediata y sin penalización, pero, en el otro extremo encontramos la ausencia de operativa alguna como cuenta bancaria.
Por tanto, es un producto de ahorro garantizado con liquidez pero el que no vamos a poder realizar ningún tipo de operaciones como domiciliación es, cheques, tarjetas, etcétera.
Probablemente las cuentas remuneradas sean uno de los productos bancarios más asequibles, sencillos de contratar y recomendables incluso en un momento de rentabilidad tan mala como la actual. Recordemos que son cuentas que no suelen presentar comisiones, y que todo caso ofrecen gastos muy asumibles, liquidez total y garantía tanto sobre el capital aportado como sobre las rentabilidades pactadas sin riesgo de sufrir pérdidas sobre el principal.
Los depósitos
Los depósitos a plazo fijo, las imposiciones a plazo fijo, son sin duda un clásico dentro de los productos de ahorro de los bancos.
En esencia se trata de un acuerdo entre el ahorrador y la entidad bancaria, el ahorrador aportar una cantidad de dinero determinada a la entidad bancaria que la inmoviliza durante un tiempo pactado entre ambas partes. A cambio de esa inmovilización el banco ofrece una rentabilidad al ahorrador, rentabilidad que se cobra al rescate del producto, cuando el período de duración ha expirado.
Parece bastante comprensible que se trata de una herramienta beneficiosa para la banca ya que permite la disponibilidad de efectivo a cambio de ofrecer una rentabilidad pasado el tiempo. Para el ahorrador también puede ser un producto interesante ya que no asume riesgo inicial, el dinero no se expone y la rentabilidad garantizada y pactada es la que se obtiene.
Sin embargo, hay algunas cuestiones a tener en cuenta. En primer lugar, del mismo modo que ocurre con las cuentas bancarias remuneradas, los depósitos tienen hoy en día la rentabilidad por los suelos. Esto tiene que ver con un período de tiempo en el que la rentabilidad de los productos garantizados ha alcanzado mínimos históricos.
Por otro lado, cuando hablamos de garantía sobre el capital aportado, lo hacemos sobre la idea del producto, sin embargo, en los últimos años hemos visto diferentes situaciones y quiebras de entidades bancarias en las que no siempre el dinero a los ahorradores parecía estar completamente asegurado.
Es importante tener claro que ante una de estas situaciones lo que queda garantizado por el denominado fondo de garantía de depósitos son los depósitos que no superan la cantidad de 100.000 €, es decir, en caso de que un banco quiebre y arrastre a los depositarios consigo, el fondo de garantía de depósitos se haría cargo de hasta 100.000 €, pero no más. Por eso se insiste en que, del mismo modo que ocurre con la inversión, en el ahorro la diversificación siempre puede ser una buena idea, en este caso diversificando depósitos entre diferentes entidades.
Podemos distinguir hasta tres tipos diferentes de depósito:
Depósito a plazo fijo
Es el depósito tradicional por excelencia, se pacta un periodo de tiempo para la imposición a cambio de una remuneración. Son productos con costes bajos y con una liquidez muy limitada ya que los rescates antes del tiempo pueden suponer una penalización muy importante. Esta penalización en todo caso afectará al rendimiento, a la rentabilidad, pero nunca al principal.
Se trata de un producto muy extendido y que a pesar de su escasa rentabilidad actual sigue siendo muy contratado por los ahorradores.
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Depósitos estructurados o combinados
Se trata de una variante de los depósitos a la que hay que prestar atención ya que en muchos casos la rentabilidad no está garantizada. En esencia se repite el esquema básico de la imposición a plazo fijo, se hace una aportación a un plazo de tiempo determinado. Sin embargo, la rentabilidad no tiene porque está garantizada.
En algunos casos se proponen depósitos en los que se combina una rentabilidad garantizada con otra no garantizada que se referencia a un índice o valor, en función de la evolución de ese índices o valor obtendremos una u otra rentabilidad. En otros casos directamente no existe rentabilidad garantizada y toda la rentabilidad depende de la evolución de ese índice de referencia al que se encuentra unido el producto.
En cualquier caso el capital no presenta riesgo, esto es importante ya que es la clave básica de cualquier depósito. Sin embargo, cuando se nos plantean dudas respecto a lo que nos están vendiendo resulta interesante detenerse a estudiarlo o solicitar asesoramiento. No será difícil recordar como en nuestro país se han vendido productos complejos como ETFs haciéndolos pasar por una suerte de depósitos estructurados, cuando en este último caso no existe garantía alguna sobre el capital aportado.
Del mismo modo que ocurre con los plazos fijos tradicionales en los depósitos estructurados o combinados las comisiones no son muy elevadas, pero la liquidez tampoco está presente ya que se siguen aplicando penalizaciones fuertes por los rescates anticipados.
Depósitos en especie
Cada vez menos presentes dentro del panorama de productos financieros en la banca española. Se trata de una imposición a plazo fijo típica en la que, sin embargo, la remuneración no es en metálico sino que es en especie, es decir a través de un bien.
Se ha tratado de un clásico del ahorro en nuestro país hasta no hace mucho tiempo, dentro de los depósitos en especie encontrábamos prácticamente todo tipo de opciones, desde vajillas hasta aparatos electrónicos de gran envergadura.
En la actualidad se ha limitado mucho la presencia de este tipo de depósitos. Es una situación lógica si tenemos en cuenta que la gran caída de la rentabilidad de los plazos fijos hace que sea muy difícil configurar un depósito en especie cuya remuneración sea lo suficientemente atractiva.
Aun así podemos encontrar en el mercado algunas ofertas que pueden ser interesantes. En general la mejor manera de saber si se trata de un producto bueno para nuestro bolsillo es realizar una valoración realista del precio de mercado del bien que vamos a obtener y luego aplicar esa valoración como si fuera el rendimiento a obtener. Esto en el caso de desear y necesitar el objeto remuneración o de poder darle salida a través de la venta, puede resultar interesante.
Los productos de ahorro bancarios
Realmente existen otros muchos productos que podríamos incorporar aquí, desde los propios seguros de ahorro cada vez más comercializados por la banca, hasta diversas opciones garantizadas dentro de los planes de pensiones o los fondos de inversión.
Sin embargo, desde el punto de vista la contratación rápida, sencilla y sobre todo más asequible para cualquier perfil de ahorrador, tanto las cuentas remuneradas como los depósitos son probablemente no sólo los más conocidos sino los más as
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