Las cajas de ahorros fueron durante años, o mejor dicho siglos, las entidades de crédito preferidas por los españoles, y en su momento álgido llegaron incluso a representar la mitad del sistema financiero nacional. Su éxito radicaba en la sensación de cercanía y confianza que percibían sus clientes, así como en la existencia de una obra social a la que se debía destinar un porcentaje de los beneficios obtenidos.
La llegada de la crisis supuso su declive y posterior desaparición. Después de una ola de fusiones y nacionalizaciones que terminó con la bancarización de prácticamente la totalidad de cajas de ahorros, reduciendo esta a una mínima expresión de lo que llegaron a suponer y manteniendo solo algunas entidades como Caja Ontinyent un formato similar al periodo anterior a la crisis.
A pesar de haberse quedado solas ante el peligro, estas cajas se han empeñado en demostrar que su modelo todavía funciona, y no en vano Caja Ontinyent acaba de hacer público un aumento de su beneficio neto del 23,51% en el último año, hasta alcanzar el millón de euros.
Los resultados de Caja Ontinyent en el último ejercicio desvelan un beneficio antes de saneamientos y dotaciones de 18 millones de euros, que serán destinados a cubrir las exigencias requeridas por la legislación y a prever las posibles futuras necesidades en este sentido.
No obstante, del millón de euros exacto que resulta de la suma del beneficio neto y otros remanentes, recuperaciones e ingresos, se destinarán 767.000 euros a la obra social, lo que supone un 2% menos que en 2012.
Es verdad que de los datos que se extraen de los resultados del último año se deduce un deterioro en algunos aspectos importantes, como un descenso del 3,57% en el resultado consolidado o un aumento en la tasa de morosidad de cuatro puntos, desde el 6,29% en el que se situaba este indicador en 2012 hasta el 10,26% actual, aunque cabe señalar que esta cifra continúa tres puntos por debajo de la media del sector.
Sin embargo, el capital de la entidad se encuentra en el 10,56% y su volumen de negocio alcanza los 1.965 millones de euros. Estas cifras acreditan la solvencia de un modelo que, de momento, ha contribuido también a la creación de 24 centros sociales en las comarcas centrales de la Comunidad Valenciana.