¿Cambiar de banco?

A pesar de que la filosofía de usuario de entidades financieras en nuestro país, afortunadamente, ha cambiado bastante en los últimos años, debemos reconocer que seguimos apegados a esa especie de fórmula de fidelidad a la entidad bancaria que, desde luego, no es en principio la mejor de las maneras para optimizar nuestros productos financieros.

CAMBIAR DE BANCO

Efectivamente puede que hayamos acertado a la primera y que lo que tenemos sea difícil de mejorar, sin embargo esto no suele ocurrir, y la opción de la comparación y el cambio de entidad es hoy por hoy una posibilidad muy a tener en cuenta.

En muchas ocasiones cuando realmente nos planteamos el cambio de entidad lo hacemos atraídos por los cantos de sirena de las bonificaciones a determinados productos, de hipotecas más baratas, de regalos a las aportaciones a productos de ahorro e inversión… sin embargo, al menos en el global de los productos financieros de uso cotidiano, esta estrategia de cambiar en teoría para ganar tal vez debiera revisarse a favor de cambiar para no perder, o por lo menos para gastar menos.

La gran mayoría de esos cantos de sirena a los que hacemos referencia tiene mucho de con altos grados de vinculación, con la contratación de muchos productos en paralelo, en ocasiones incluso útiles o no deseados por usuario, y en definitiva con una acumulación de producto y centralización del mismo que, en muchas ocasiones acaba por superar la bonificación, el regalo o premio que hayamos obtenido; hemos cambiado para ganar, no ganamos e incluso gastamos lo mismo o más.

La perspectiva de cambiar para no perder, que tal vez sería mejor enfocada en cambiar para mejorar, no se va a basar en los grandes anuncios o las grandes promociones; al contrario buscará los productos más adecuados en función de sus prestaciones y gastos, la ausencia de comisiones, los gastos controlados sobre uso, en definitiva cosas prácticas y cotidianas que son las que realmente acaban mejorando mucho nuestra relación (nuestros gastos) en lo que a productos financieros se refiere.

Cambiar de banco

Afortunadamente los tiempos están cambiando y cambiar de banco es una práctica cada vez más común y extendida entre los usuarios de productos financieros en nuestro país.

Resulta común mover el dinero entre bancos, pero también, contratar productos financieros en bancos diferentes o tener productos en diferentes entidades dependiendo del beneficio que éstos aporten al cliente.

Hay muchos motivos detrás de esta nueva realidad, desde luego la competencia bancaria es uno de ellos, pero también la desconfianza del usuario medio en las entidades financieras, desconfianza traducida en la pérdida del concepto de fidelidad a una entidad única que se manejaba hace no tanto tiempo. Otro motivo sin duda tiene que ver con la aparición de la banca por Internet y las opciones que esto ha generado, tanto desde el punto de vista de la comparación entre productos como desde la propia contratación, mucho más sencilla, asequible y rápida.

POR QUE CAMBIAR DE BANCO

¿Hay ventajas al cambiar de banco?

Precisamente lo primero que deberíamos plantearnos antes de cambiar de entidad financiera es la existencia de ventajas. Si no hay ventajas obviamente no merece la pena cambiar de banco. Por lo tanto, como punto de partida, el mero hecho de plantearnos el cambio de entidad financiera tiene que ver con una mejora de nuestros productos financieros o de las condiciones de los mismos.

Estar abiertos a los cambios de banco nos permite acercarnos a las ofertas punteras del sector financiero en cada momento, acceder a productos promocionales en condiciones por encima de la media, por ejemplo son los depósitos bienvenida, con las cuentas de ahorro en fase promocional.

También nos permite mejorar las condiciones de los productos que ya tenemos, esto tiene un buen ejemplo en la opción de subrogar una hipoteca para obtener mejores condiciones de la misma. Además, por extensión, podemos optar por aquellos bancos que mejor solvencia y rentabilidad ofrezcan en cada momento.

En definitiva, y del mismo modo que ocurre con múltiples servicios, tenemos que acostumbrarnos a que los servicios financieros se encuentran en competencia constante entre entidades financieras, lo que redunda en mejores condiciones para los clientes: no resulta lógico no aprovechar estos escenarios.

Tipos de cambio de banco

Realmente hay tantos tipos de cambio de banco como productos financieros podamos contratar ya que perfectamente podríamos hacer una distribución entre ellos y los bancos que los ofrecen. Sin embargo, hay algunos tipos bastante comunes dependiendo fundamentalmente determinados productos financieros en promoción.

Cambiar la nómina o la pensión de un banco a otro es uno de los más habituales. Éste tipo de cambio tiene mucho que ver con la mejora de las condiciones tanto de las cuentas de domiciliación como de los valores añadidos que se ofrecen por dichas domiciliaciónes. Por ejemplo, la posibilidad de obtener rentabilidad en la cuenta, tarjetas gratuitas para siempre, bonificaciones a contratar otros productos, ausencia de comisiones… En definitiva ventajas que convierte en un producto mucho más atractivo que otro.

Otro tipo de cambio bastante común es movilizar el ahorro con la inversión de un banco a otro. De hecho no sólo no hay ningún problema es diversificar nuestro ahorro entre bancos sino que puede ser una opción muy saludable. En primer lugar esto nos va a permitir disfrutar de los productos más rentables de cada entidad en cada momento. Se trata de un mercado en el que las promociones y ofertas concretas duran poco y vienen a tener unas diferencias muy notables respecto a la media natural de los productos.

Por último no hay que olvidarse de la subrogación de hipotecas. Este es un tipo de cambio de banco muy común que se aprende cuando la oferta de una hipoteca supera en ventajas y condiciones a la que ya tenemos, que además es posible mejorar a través de una novación. Este cambio es importante ya que en algunos casos puede acarrear también la obligatoriedad de contratación en paralelo de otros productos como cuentas nómina etcétera.

MOTIVOS PARA CAMBIAR DE BANCO

Qué tener en cuenta al cambiar de banco

Tanto si vamos a cambiar de banco de manera parcial como si nos estamos planteando un cambio total hay algunas cuestiones que siempre debemos tener en cuenta previamente.

Hay que valorar profundamente la vinculación y la obligatoriedad de permanencias. En algunos casos para acceder a determinados productos ventajosos se exige unos elevados niveles de vinculación, a través de la contratación de otros productos, o unos largos periodos de tiempo de permanencia. Hay que estudiar esta situación porque no siempre puede acabar siendo ventajosa para nuestro bolsillo ya que, una vez terminado el periodo promocional el producto pueden volverse mediocre o incluso malo. Por otro lado estas permanencias suelen traer consigo unas penalizaciones elevadas en caso de ser rotas.

Cuando hacemos un cambio integral moviendo también nuestras cuentas es muy importante cerciorarse de la dirección correcta de las domiciliaciones bancarias, tanto de ingresos como de recibos. Generalmente estas gestiones corren a cuenta de la nueva entidad financiera, pero nunca está de más tenerlo en cuenta y estar atentos a ello. Del mismo modo si vamos a acceder a nuevas tarjetas de crédito es importante cancelar las anteriores. Acumular tarjetas nunca es una buena idea, incluso cuando el banco que abandonamos no surgiera el hecho de mantenerlas. Una manera muy eficaz de no perder de vista esto es no contratar las nuevas tarjetas hasta que no estén canceladas las anteriores.

Otra cuestión relevante es no dejar las cuentas antiguas abandonadas. Siempre es recomendable en todo caso colocar las cuentas a cero y cancelarlas. La cancelación es trabajo nuestro, el nuevo banco no lo puede hacer por nosotros. Aunque en nuestro país no se da con tanta frecuencia, las cuentas olvidadas pueden acabar convirtiéndose en cuentas zombis, que vayan recibiendo gastos en forma de comisiones o incluso de cargos no domiciliados de manera correcta que a medio plazo genera un problema notable.

¿Quién se encarga de qué al cambiar de banco?

Lógicamente va a depender del tipo de cambio que estemos afrontando. Cuando se trata de una contratación nueva que no afecta en nada a la antigua entidad, todos los trámites se realizarán con una nueva entidad. Mientras que, cuando sí afecta a productos o capitales que tenemos en la antigua entidad las tareas se reparten.

El nuevo banco suele hacerse cargo de los trámites. En general la comunicación a la otra entidad pueden hacerla perfectamente el nuevo banco, pero, no siempre va a ser así. También es posible que el nuevo banco se encargue de cuestiones como domiciliaciones de recibos y domiciliaciones de ingresos.

Por otra parte, y como hemos indicado, debemos procurar anular todos las tarjetas, saldar las cuentas y cancelarlas y no dejar productos abiertos que puedan generar impagos y deudas crecientes.  A diferencia de las tarjetas, lo recomendable es mantener ambas cuentas abiertas durante un periodo de tiempo hasta garantizar la perfecta transición.