El Banco Central Europeo cerró un año, el pasado 2013, en el que se puede afirmar al combinado determinados éxitos con más o menos sonoros fracasos, lo que se traduce en un panorama de claroscuros en el que, si bien es cierto, hay cuestiones verdaderamente alentadoras, otros elementos como la lejanía de la infracción sobre la referencia manejada por el organismo bancario central europeo nos recuerdan una situación complicada de la que aún no hemos salido.
Obviamente las medidas en busca de la salvación del euro, puestas sobre la mesa en la prueba los mercados, tienen que ver con un inicio 2014 en el que, por ejemplo, se ha ganado posición para la evaluación de la solvencia de los bancos o, en el aspecto del control de las economías, encontramos a la española con una prima de riesgo estabilizada por debajo de los 200 puntos.
Sin embargo, si atendemos a las propias declaraciones de Mario Draghi, la inflación sigue muy baja y manteniéndose en zona de peligro.
Según el informe de Eurostat publicado el pasado lunes, los precios al consumo en la zona euros ascienden un 0.8% en Diciembre, siendo de esta manera por tercera vez consecutiva en el año que la inflación queda por debajo del 1%.
Para encontrar una situación similar debemos retroceder a 2009, cuando el fantasma de la deflación planeó sobre la economía europea.
En definitiva seguimos en un entorno que se muestra hostil a ese 2% de inflación manejado como referencia por el Banco Central Europeo en lo que se ha calificado por parte de la entidad bancaria central europea como periodo de inflación reducida con peligros reales, aunque, se evite desde luego la palabra deflación.