Para hablar de la Rentabilidad de los Depósitos y los Dividendos, es necesario saber que el Depósito a plazo es una operación financiera por la cual una entidad financiera, a cambio del mantenimiento de ciertos recursos monetarios inmovilizados en un período determinado, reporta una rentabilidad financiera fija o variable, en forma de dinero o en especie.
En término, la persona puede retirar todo el dinero o parte del mismo. Si las condiciones pactadas lo permiten, podría también renovar la imposición por un período suplementario: en este último caso, si no se toma una decisión el mismo día del vencimiento, no se pierden los intereses generados hasta el momento, pero sí se pierden días durante los cuales se podrían estar generando nuevos intereses.
Siempre que se contrata un depósito hay que tener en cuenta la posible necesidad de liquidez del capital invertido ya que algunas entidades cobran una cantidad o porcentaje por la cancelación anticipada del depósito, mientras que en otros casos no existe tal comisión de cancelación anticipada.
En el caso de los dividendos hay diferentes clases. Por un lado, el dividendo activo, es la parte del beneficio obtenido por las sociedades mercantiles cuyos órganos sociales acuerdan que sea repartido entre los socios de las mismas. Es decir, una vez acordado su reparto, es un crédito del socio frente a la sociedad. De otro lado, el dividendo pasivo es el crédito que ostenta la sociedad mercantil frente al socio, por la parte del capital social que suscribió y que se comprometió a desembolsar. La diferencia entre las aportaciones y el desembolso inicial de los accionistas.
Ahora bien, a la hora de recibir una renta periódica, las dos opciones más populares son los depósitos y los dividendos, son considerados los dos productos preferidos de los inversores para obtener rentas periódicas.
Para saber la inclinación del inversor hacia los depósitos o los dividendos es necesario conocer su perfil, es decir, si el ahorrador es conservador y no quiere ninguna sorpresa sobre los intereses que va a recibir deberá elegir el depósito, pero si está dispuesto a asumir un riesgo moderado a cambio de una rentabilidad potencial superior debería plantearse la posibilidad de invertir en valores sólidos con una elevada rentabilidad por dividendo.
En cualquier caso, además de la rentabilidad, debe tener en cuenta otros aspectos, como la fiscalidad, las comisiones o la inversión mínima. Si analizamos la rentabilidad, con las cotizaciones actuales, la rentabilidad que se puede obtener vía dividendos en algunos valores es, en principio, muy superior a la de los depósitos más atractivos. Ningún depósito tradicional alcanza, de momento, rentabilidades del 5%. Los más rentables se sitúan entre el 4% y el 4,60%.
En cambio, si analizamos el riesgo, el depósito vence a los dividendos. En primer lugar, porque el cliente que suscribe una imposición a plazo sabe por adelantado la rentabilidad que va a obtener, mientras que los dividendos que abona una compañía pueden ser reducidos o eliminados en cualquier momento.
Sin duda, tanto los depósitos como los dividendos, son dos alternativas interesantes para el inversor, las cuales deben analizar profundamente a la hora de elegir una de ellas.