Sólo restaba la confirmación oficial, porque era ya una realidad que el Banco de España adjudicaría la Caja Mediterránea (CAM) a Banco Sabadell. Esta realidad tan rara que afronta el sistema financiero español ha dejado un dato de color (negro o del que más les guste) ha otorgado la CAM a Sabadell por un precio simbólico de un euro.
Sin embargo, resta un pequeño paso para concluir la operación, que el Fondo de Garantía de Depósitos (FGD) suscriba una o varias ampliaciones de capital de la entidad por importe de 5.249 millones de euros. Como es de público conocimiento, la CAM presenta una realidad muy compleja, por lo que el BdE pondrá en marcha un plan de reestructuración por el cual el FGD conceda a la entidad intervenida un esquema de protección de activos por el que asumirá el 80% de las pérdidas derivadas de dicha cartera durante un plazo de diez años.
Por su parte, el Fondo de Reestructuración Ordenada Bancaria (FROB) asumirá compromisos contingentes con la CAM destinados a garantizar el acceso de la entidad a determinadas fuentes de financiación de las que dispone actualmente.
La CAM llega a este paupérrimo presente por sus nefástas cifras que llevaron a que el FROB tenga que administrar la entidad desde el pasado 22 de julio, en otras palabras, tuvo que ser intervenida.
Ahora Banco Sabadell se ha quedado con la CAM, aunque todos lo daban por descontado ya que se había quedado solo en la puja, tras la baja de la banca grande que optó por no presentar una oferta vinculante de compra, aunque en un primer momento, Santander, BBVA y la Caixa estaban interesados en la entidad.
Con esta adquisición, el banco que preside Josep Oliu se convierte en el quinto grupo bancario español con un volumen de activos de 166.346 millones de euros, unos 4.000 millones más que Banco Popular que el mes pasado se había quedado con Banco Bastor.